a los miembros del Parlamento Europeo y a la Comisión Europea
Antes de la crisis de la COVID-19, el alquiler de la vivienda suponía una carga excesiva para el 11.3% de los europeos. Dentro de la Unión Europea y en todo el mundo, este gasto es especialmente alto para los inquilinos con menos ingresos, que tienen que dedicar más del 40% de sus recursos al pago del alquiler. Además, 50 millones de hogares estaban en situación de precariedad energética en 2018, dejando a sus integrantes expuestos al cambio climático.
La crisis de la COVID-19 obligó a los gobiernos a imponer medidas restrictivas de cuarentena que prácticamente paralizaron la economía. Mientras que a algunos trabajadores se les permitió continuar su actividad profesional desde sus casas, para muchos sectores las actividades se pararon completa o sustancialmente. La destrucción de empleo afecta particularmente a las personas pobres con niveles básicos de educación, que son aquellas que más sufrían ya la carga del alquiler. Mientras tanto, los records de temperatura registrados a lo largo del mundo durante el año 2020 nos recuerdan que la crisis climática no paró durante el confinamiento. Al contrario, la pandemia es una más de las crisis globales futuras impulsadas por el actual cambio climático.
La crisis económica postcoronavirus amenaza con aumentar la presión sobre los alquileres (sobrecarga) incentivando un incremento masivo en los desahucios, disparando los niveles de pobreza y de personas sin hogar a máximos históricos. Además, la presión en la deuda pública podría dificultar los esfuerzos de adaptar Europa para hacer frente a la actual crisis climática.
Mitigación la crisis COVID-19:
1. Cancelación de la deuda de alquileres de vivienda y de las pequeñas empresas de estos arrendatarios.
2. Puesta en marcha de subsidios de alquileres para arrendatarios y pequeñas empresas afectadas por caídas de ingresos debido a las medidas de confinamiento. Esta medida será gradualmente suprimida a medida que los ingresos recuperen el nivel pre-COVID.
3. Creación de un fondo de asistencia para los pequeños propietarios (hasta dos viviendas) como compensación de la reducción de rentas (2).
Garantía de una vivienda sostenible para todos los europeos
1. Creación de un fondo europeo para la adquisición de vivienda pública, con especial énfasis en viviendas vacías (en Europa hay un 18% de viviendas vacías). Los estados, regiones y municipios deberán tener acceso a este fondo, para poder cumplir con el Derecho Humano a una vivienda digna para todos los residentes en la UE. Este fondo deberá ser lo suficientemente amplio para que, de facto, las autoridades sean capaces de proporcionar, como último recurso, una vivienda para el que la necesite.
2. Creación de un fondo europeo para la renovación sostenible de todas las viviendas de la UE. Esta medida facilitará a los residentes de la UE enfrentarse a nuevas crisis. Este fondo será lo suficientemente amplio para que las autoridades puedan acometer esta iniciativa a gran escala con fondos públicos, no de los ciudadanos afectados por la crisis.
Economía resiliente a futuras crisis:
1. Conformación de un Dividendo Básico Universal europeo que mejorará la resiliencia de arrendatarios y pequeñas empresas a futuras crisis, y creará una herramienta permanente para hacer frente a la sobrecarga en los alquileres.
2. Consagración del derecho a la vivienda, decente y sostenible, y a un conjunto de derechos de todos los inquilinos de la Unión, en los tratados europeos.
Estas medidas permitirían alcanzar tres objetivos principales:
1) Frenar la privación social y económica derivada del golpe económico postcoronavirus.
2) Crear un bono ‘federal’ entre los europeos y la UE.
3) Sentar las bases de un sistema de seguridad social paneuropeo.
Como ha indicado el relator especial Philip Alston, ‘el relato triunfalista pre-pandémico predominante según el cual la probreza extrema está a punto de ser erradicada’ queda desmentido por los hechos, y la crisis de la COVID-19 causará, casi con certeza, un incremento en los niveles de pobreza y de las personas sin hogar. En lugar de exacerbar mayores desigualdades, los programas de recuperación de la COVID-19 deberían salvar las distancias entre los más desafortunados que ya están endeudados y desamparados ante nuevas crisis. La carga de la pandemia se endosó, en gran medida, a individuos que tuvieron que confinarse y/o teletrabajar o arriesgar sus vidas como trabajadores esenciales. Las medidas gubernamentales que tanta adversidad han traído a las vidas de las trabajadoras y trabajadores de Europa deberían ser acompañadas de políticas holísticas y reparadoras.
¡Sólo una respuesta a gran escala, sin titubeos ni frugalidad nacionalista, puede prevenir que millones de personas se empobrezcan aún más, que aumente los efectos de la COVID-19 y que aumente la ya disparada deuda soberana!